Dany Barboza

Taxistas en Navidad
navidad.jpg


Dejo México. Atrás queda el DF en época de Navidad. El vuelo se hace largo, y en Ezeiza me espera un taxista argentino. El flaco, con un cigarrillo atornillado a la boca, me pregunta por el viaje y me lleva la maleta. El auto tiene cuatro puertas, a diferencia de los vochos mexicanos. Aunque realmente, el momento menos DF de la llegada, sucede cuando el taxista acelera y enciende la radio para escuchar tangos.

Por la ventanilla pasa una Buenos Aires pre navideña, con un calor que aplasta y un atochamiento que aburre.

-¿De dónde vienes?- me pregunta el taxista, después de quince minutos de bandoneón y una letra cuchilla que rajaba el alma.

-De México- le dijo

-De México, mirá vos... ¿Y cómo está México?- bajando el volumen del tango asesino.

-Bien...- es lo único que le respondo. Entonces, me acuerdo de todas las veces que un taxista ha sido quien me presenta una ciudad. O de todas aquellas vuelta de viajes, dónde el taxista de turno, me ha puesto al corriente de lo sucedido en mi ausencia. El taxista como improvisado relator de noticias. Y le pregunto: ¿Y por acá cómo anda todo? ¿Cómo se viene la Navidad?

Agradecido de recibir el pie que esperaba, que espera siempre, el flaco toma aire enciende un cigarrillo y me dice casi sin respirar:

-Y, aquí está todo un quilombo. Todos patas para arriba. No sé porque anda tanta gente del interior comprando, parece que hay guita, pero en el centro está lleno de gente comprando. Y además hay cortes, todos los días hay cortes. Y la gente como loca comprando. Al centro no se puede ir, es una tortura. Una tor-tu-ra. Ayer me tocó llevar un pasajero a Esmeralda y Corrientes, y no podía salir. Me tarde una hora en entrar, y otra en salir. En la fiestas pasa, ¿viste? No entiendo la gente que compra todo los últimos días. Yo tengo comprado todo hace tiempo. Además, por el laburo, yo el taxi lo trabajo el 24 hasta las doce de la noche. Para uno estos son días de laburo fuerte, no de fiestas. Estos son días para ganar algo, antes que todo se venga abajo en enero. En enero cae mucho. Todo está muerto. Pero te digo, no sabés cómo está la ciudad. El centro es un infierno. Un in-fier-no. Los taxistas estamos locos en estas fechas.

No volví a preguntarle nada más. Después de la bienvenida del taxista, seguimos el resto del trayecto escuchando tango. Y con la orquesta de fondo, pensaba una pregunta:


-¿Conviene tomar taxi los días previos a la Navidad?